Como Colegios Diocesanos favorecemos la educación de cada uno de los alumnos desde una concepción cristiana de la vida, del hombre y del mundo estableciendo una síntesis fe-cultura-vida.
En consecuencia, afirmamos que, desde los Colegios Diocesanos, nos sentimos llamados, elegidos y enviados por la Iglesia, a proclamar la Buena Noticia del Amor de Dios a los niños, jóvenes y adultos, desde la unidad ministerial Parroquia/Colegio. Convencidos de esta verdad, queremos ofrecer a la Comunidad Educativa alumnos, familias, trabajadores y entorno, la posibilidad de ser seducidos por este anuncio salvador y generador de nueva vida, de vida en plenitud, de vida verdadera.
Para ello concretamos el trabajo en tres objetivos específicos:
En este marco apostamos por impulsar procesos de acompañamiento para la mejora. Esto se concreta en una opción por la evaluación formativa, que pone el foco en la personalización y en generar dinámicas de crecimiento continuo; en metodologías como Proyectos de Aprendizaje Servicio que busca consolidar un aprendizaje en tensión hacia el bien común; en establecer itinerarios de desarrollo profesional docente, que proponga continuas metas de mejora profesionales y personales.
Nuestra línea pedagógica es discípula, de este modo, de la pedagogía del evangelio: provoca encuentros transformadores, camina junto a cada persona, impacta para su plenitud, propone nuevos horizontes de vida mediante el testimonio en el día a día del aula, desde el lenguaje propio de la escuela.
Queremos seguir avanzando en el proceso de mejora continua hacia la excelencia educativa en todos los ámbitos de nuestro Centro, y a través del impulso en la creación de una Marca Propia para los Colegios Diocesanos.
Tres claves para el proceso educativo de nuestro colegio:
Queremos educar alumnos competentes para vivir una vida buena, a la altura del sueño de Dios sobre la Creación. A la orientación existencial que invitan las virtudes teologales, añadimos aquellos indicadores de la competencia espiritual como la búsqueda de la Verdad, la Belleza y el Bien, la capacidad de agradecer, de contemplar y de admirar, la capacidad de acogida y encuentro con los demás, la educación en la profundidad de las cosas, acontecimientos y personas, la gratuidad, la educación en la fe, y la educación del amor a la medida del Amor de Jesús.